![]() |
||
Trato Hecho Eduardo Mendoza
|
||
Se encontró cara a cara con el gigante que le había comprado el primer frasco de crecepelo. Aún tenia el frasco en la mano. ¿Te acuerdas de quién soy? dijo el gigante. Las cejas y la barba le conferían un aspecto terrorífico, de ogro. Era muy velludo, el pelo del pecho se le unía a ala barba en el mentón. Claro que te recuerdo dijo Onofre ¿qué quieres? Me llamo Efrén, Efrén Castells. Soy de Calella. No de Calella de Palafrugell, sino de la otra, la de la costa dijo el gigante Trabajo aquí de peón desde hace sólo un mes y medio ; por eso no te había visto nunca hasta hoy, ni tú a mí ; pero yo sé quién eres. Te he seguido para decirte que me des dos pesetas. ¿Y por qué te la habría de dar si se puede saber ? dijo Onofre ; procuraba fingir una sorpresa inocente. Porque has ganado cuatro pesetas gracias a mí. Si yo no te hubiera comprado el primer frasco, no habrías vendido nada. Hablas bien, pero para vender no basta con eso. Yo lo sé : mi abuelo materno era chalán. Anda, dame las dos pesetas y seremos socios. Tú hablarás y yo te compraré. Así animaremos a la clientela. Tu tendrás que hablar menos rato, te cansarás menos, y no te expondrás tanto. Y si hay algún contratiempo, te puedo defender ; soy muy fuerte ; puedo partirle la cabeza a cualquiera de un trompazo. Onofre se quedó mirando al gigante de hito en hito ; le gustó su expresión . Obviamente era honrado ; estaba dispuesto a conformarse con lo que pedía y también estaba dispuesto a partirle la cabeza. Le dijo que era verdad que era muy fuerte. Lo que no sé es por qué no me quitas las cuatro pesetas en vez de darme tantas explicaciones, le dijo. Aquí no nos ve nadie. Y aunque quisiera, yo no puedo denunciarte a la policía, añadió. El gigante se echó a reír. Eres muy listo dijo cuando hubo acabado de reírse Esto mismo que acabas de decir demuestra lo listo que eres. En cambio yo soy tan fuerte como tonto ; por más que pienso, nunca se me ocurre nada. Si ahora te robase las cuatro pesetas, sólo ganaría esto : cuatro pesetas. En cambio he discurrido así : tú llegarás lejos, yo quiero ser tu socio, y que me des la mitad de lo que ganes. Mira le dijo Onofre al gigante de Calella , esto es lo que vamos a hacer : tú me ayudas a vender los crecepelos y por cada día de trabajo yo te doy una peseta, tanto si gano mucho como si gano poco. Incluso si no gano nada. Y de lo que hagamos en el futuro, ya hablaremos cuando se presente la ocasión. ¿De acuerdo? El gigante reflexionó un rato y dijo estar de acuerdo. Trato hecho, le dijo a Onofre. Era tan tonto, confesó, que no había entendido muy bien la propuesta de Onofre, aunque estaba convencido de que Onofre, con su habilidad innata, le había engañado. Pero era inútil tratar de resistirse, dijo. Yo conozco bien mis limitaciones, agregó. Se dieron la mano y sellaron allí mismo una asociación que había de durar varias décadas.
|
||
![]() |
||
|